¿Dónde está el límite?

Comparto dudas:

Desde nuestra empresa, quiero salvar el mundo haciendo marketing, insistimos que sólo trabajamos con empresas o proyectos que ayudan en la construcción de un mundo mejor. Aquí cabe la empresa privada, la administración o el tercer sector, todos tienen el mismo valor para nosotros y nos sentimos cómodos con ello. Nos lo creemos.

Siempre hemos tratado de evitar proyectos donde no veíamos claro el compromiso o recorrido de la acción. Ni siquiera hablo de greenwashing, pienso más en nuestra propia reputación y compromiso con lo que hacemos. Reconozco que no se fácil tomar esa decisión, no por cuestiones económicas, sino porque es difícil saber dónde está el límite.

Desde nuestro nacimiento hemos trabajado y nos hemos relacionado en la esfera de la Responsabilidad Social Corporativa,  un modelo de gestión integral en las organizaciones que está en permanente reflexión por mucha gente, entre ellos yo.

Cuando pienso en el significado «absoluto» del término, sólo se me vienen a la cabeza conceptos como: «ética», «respeto», «atención» o «compromiso». Concepetos, todos ellos, válidos para sus grupos de interés y, en ningún caso, contradictorios entre ellos si se va de frente o la relación no está viciada con alguno de ellos.

Me produce un gran orgullo sentir que nuestra empresa está ayundado a generar valor trabajando bajo esos parámetros. Hoy lo hablaba con  un profesional del sector de la consultoría:-genera adicción, una vez que pruebas a trabajar de esta forma es imposible hacerlo de otra manera. Me daba la razón.

Estas dos últimas semanas me he topado con dos noticias. La primera que Apple España de sus 1.400 millones de euros de facturación en España, solo ha tributado por el 1% de la misma en nuestro territorio. El restante 99% lo ha hecho a través de su filial en Irlanda con un régimen físcal más suave que el español. La segunda noticia es la decisión de reducir en un 20% la plantilla de Telefónica en España aún teniendo unos beneficios a nivel grupo de 10.000 millones de euros con un jugoso reparto de dividendos y  bonus para un grupo de directivos.

No es necesario justificar dichas medidas, sólo hay que hablar de rentabilidad, productividad, competitivadad o sostenibilidad empresarial para razonar estas decisiones o políticas.

Mi duda es qué tienen que ver estos hechos con la responsabilidad social corporativa, al menos como yo la entiendo. Sinceramente yo no lo veo, y me niego a sentirme como un cínico.

Digo esto no desde la crítica a estas empresas sino desde el compartir una reflexión que me duele. ¿Qué necesidad  tenemos de asumir unos compromisos que no estamos dispuestos a cumplir?Buscamos la empatía y confianza de la sociedad en la que operamos y lo demostramos dándoles a enteder que son nuestros consumidores o nuestros obreros.

Para tener unos empleados motivados y comprometidos no hace falta un departamente de RSC, para minimizar tu huella ambiental no necesitamos un director de RSC, para encontrar oportunidades de negocio en la sostenbilidad para qué quieres un plan director, para colaborar con la sociedad ¿necesitas una memoria de sostenbilidad?.

Escribo esto desde la voluntad de compartir y dialogor, no me apetece callarlo. Creo que es bueno debatir, refutar y construir. ¿Y por que no una cerveza…?

La sinceridad es el camino más corto entre dos personas y la sencillez en la palabra lo agiliza.

Contacto: Puedes escribirnos a hola@somosquiero.com y compartir en tu redes:

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Comments (2)

  • Amigo Jose, te agradezco tu franqueza y añado que para mi la cuestión radica en permear de INTELIGENCIA ÉTICA toda la actividad de cualquier compañía. ¿Y esto qué es? Desde luego no tiene nada que ver con tener un departamento de RSC. Yo lo resumo así aplicado a lo que tú llamas la «responsabilidad del marketing»:

    Las empresas hacen cosas que intercambian con personas. Dependiendo de cómo concibas a las personas, así te plantearás las cosas que haces.

    Si concibes a tus clientes como eso, como “simples” clientes, tu pensamiento se encaminará a crear productos con buenas prestaciones. Pero si, aplicando la inteligencia ética, concibes a tus clientes también como ciudadanos, seres humanos y seres vivos, tus creaciones tenderán a incluir beneficios que no sólo son las prestaciones de los productos. Entras en el ámbito de las vivencias positivas y la gente no vendrá a ti sólo por tus productos (que son imitables), sino también por cómo eres (eso es único) y cómo les haces sentir (eso es inolvidable).

    Así de simple … y así de rentable.

    Cuando Telefónica o Apple hacen lo que están haciendo no están contemplando mi dimensión ciudadana y humana. Personalmente soy cliente de ambas compañías, pero con estas acciones no logran traspasar el límite conmigo: no me hacen sentir bien al poner mi dinero en sus manos. Me están tratando como «simple» cliente.

    Ambas son decisiones que entran en oposición con la inteligencia ética y, por tanto, dejan una huella emocional negativa.

    Un abrazo y muchas gracias por tu invitación a compartir.

  • Muchas gracias Luís.
    Poner en valor a las personas es la mejor experiencia de marca que se puede crear.

    Y si además fueramos capaces de convertir la dichosa ventaja competitiva en ventajas contributivas hariamos participes a todos nuestros grupos de interés de un objetivo común sano y rentable.

    un abrazo

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